El viento de los dioses.


 

En las tardes de otoño mi abuelo trillaba granos cultivados en su campo. Para hacerlo levantaba una pala rebosante de trigo, maíz o porotos, silbaba y los dejaba caer lentamente mientras el viento separaba la cascarilla de los granos.

Una tarde mi curiosidad no se contuvo más y le pregunté

-       ¿Abuelo por qué chiflas? y él respondió -Para que venga el viento.

Yo vi al viento venir saludando a las ramas de los árboles, a las flores y a las sábanas blancas.

-       ¿Quién manda el viento, abuelo? Y mi abuelo mirando el horizonte respondió. -Lo mandan los dioses, Daniel.

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