AGUA

MI REFLEJO SE DESFIGURÓ CUANDO SOBRE EL ESPEJO DE AGUAS MANSAS CALLERON GOTAS VIAJERAS. MI ENVEJECIMIENTO ES LA CONSTANTE EVAPORACIÓN DE LOS ESTANQUES. HOY SOY UNA CALDERA HIRVIENDO Y AYER FUI UNA GRANIZADA FURIOSA, SOY MUTABLE, LO SÉ; PERO TRANSPARENTE.


THEY MUST BE.........



Justo en la zona donde todos los días huele a basura podrida acabo de ver a un hombre de estatura baja con una carretilla en la que llevaba dos bolsas negras de basura; debió ser una carga muy pesada no sólo para sus pequeños brazos porque el hombrecito apenas podía avanzar tambaleándose sino porque además no pudo sostener la mirada cuando se sintió observado por mi. Con lo despiadado y morboso diariamente en los noticieros, suponer y prejuzgar se han convertido en una fuente inagotable de fantasías dantescas.
Un remolino frío se desprendió de mi o quizás pasó a través de mi. Han pasado 2 minutos y 53 segundos, tan sólo 2:53; lo sé porque es lo que dura la canción Liability de Lorde que acabo de escuchar. Mi visión perimetral captó que en un Honda color blanco había tres hombres y me decían algo pero ni dirigí la mirada hacia ellos ni me quité los audífonos para escucharlos, a unos metros, recostado a una de las nuevas columnas de semáforos estaba el mismo hombre de aproximadamente 25 años que todos los días tiene una actitud sospechosa; él  debe estar controlando la zona de alguien o de algo que no es visible a menos que como yo adviertas patrones de comportamiento si ves las mismas personas rondando en los mismos sitios insólitos. Justo antes de llegar a la mitad de la distancia entre dos focos del alumbrado público, las sombras vuelven a evidenciar a otro hombre que me ha seguido muy de cerca las últimas 5 cuadras, de pronto me detengo y doy media vuelta para desafiarlo cara a cara, él se sorprende y baja la cabeza. No hay nada más efectivo que desarticule de manera tan efectiva los planes de un ratero que el hecho de hacerle notar que hemos descubierto su sigilo y advierta que estamos llenos de una furia reprimida que lo fulmina tan sólo con una mirada. Es primitivo sí, es preventivo, es la más innata supervivencia.
En el quinto piso de un viejo edificio al otro lado de la calle hay una mujer discutiendo con un hombre, ella alza lo brazos, lo señala luego con el dedo índice y él sacude la cabeza sosteniéndola entre sus manos. Dos pisos más abajo dos chicas se besan envueltas en las cortinas blancas de la ventana. Sentada junto a los apestosos botes de basura una mujer indigente habla consigo misma en una entrevista interminable de reclamos. De frente venía corriendo el hombre que casi siempre encuentro, ayer me había prometido a mi mismo que hoy no me concentraría en sus piernas hermosas y trataría de mirarlo a la cara; hermoso, simple y sencillamente perfecto, cuando pasa raudo junto a mi, deja un aroma que me transporta a aquel hombre con barba que vestía traje marrón y fumaba tabaco de manzana en una pipa que una vez crucé a mitad de la calle Mercedes mientras el semáforo estaba en verde allá en Montevideo; durante días volví al mismo cruce para encontrarlo incluso años después cuando he ido de viaje recuerdo aquel enamoramiento que duró lo que tarda un semáforo en cambiar de verde a rojo pero que por alguna extraña razón perdura a través de los olores. Todo esto pasaba cuando debí aminorar el paso porque en frente iba una familia de unas 20 personas caminando como si fuera la filmación de "La marcha de los pingüinos", olían fatal y todos hasta la más niña de las mujeres parecía haber parido un niño en los últimos dos años, recordé en ese momento que no había comprado el insecticida para las cucarachas que salen por el desagüe de la ducha y que difícil es ir al día con todas las cuentas. Unos metros más adelante vi a una señora que estaba subiendo a su camioneta, ella es muy obesa, vive detrás del edificio donde vivo, tiene dos hijos hermosos que son el ideal de hombre que siempre me ha atraído físicamente; mi mente le grito "suegraaaaaaaaaaaaa".

Bajo el puente estaban los mismos tipos de siempre inhalando pegamento. Unos pasos más y tres jóvenes estaban demasiado encima de una chica como para que ella se sintiera cómoda y me vinieron a la mente los rituales de apareamiento que los machos hacen en algunas especies según varios episodios de Animal Planet. Unos padres sostenían del brazo a dos niños hermosos que estaban aprendiendo a patinar, el niño más pequeño no estaba teniendo buen equilibrio y venía sobre mi cuando su padre lo contuvo. Una mujer con la mirada clavada en el piso. Otra mujer con la mirada clavada en el piso. Alguien que de algún lado conozco me saludó amablemente sin que yo recuerde aun ahora quién es. Había 1, 2, 3........15; no, 17 personas de diversas edades en un área de no más de 20 metros cuadrados, hipnotizados con sus celulares . Un jovencito que no tendría más de 16 años me desnudo con la mirada, volteé para verlo y comenzó a correr en reversa mientras sonreía; admiré su descaro, me hubiera encantado haber sido así a su edad. Yo a los 16 también tenía especial interés en los cuarentones. Ahora yo estoy del otro lado de aquella vereda.

De pronto, justo cuando la canción termina, ahí en el 2:53, vi a una señora mayor detenida en medio de la acera, con los ojos cerrados mientras equilibraba sobre su cabeza una palangana rebozando de quesadillas; inhalando, recobrando energía, bañándose de brisa fresca de mar y de una luna fascinante que asomaba al otro lado de la bahía y que extendía rayos dorados a través del mar para tocarla.
Tanto he observado en 2:53, no sé si la canción me agobió o la velocidad y registro de mi mente pero volví agotado a casa. Caminé durante 1:46:00