Por la noche los presagios y los temores me asaltan.Temo levantarme y que despierte, que lo hiera vernos, que sepa que no es mi media naranja, que no le correspondo, quien lo adora como él a mi eres tú. De todas formas yo te necesito.
El es hermoso, dulce, frágil, como un hada pero de cuerpo protector y gigante, colma la capacidad de mi cama pero yo soy vulnerable y aunque no tengo motivaciones heroicas tampoco quiero ser compasivo. El tiene una cualidad que a ti te encanta, con el agobio del día cuando vuelve a mi se relaja y se entrega, se vuelve dócil, esclavo, servil; y yo lo detesto.
Tú eres franco, directo, autentico, irreverente, combativo, insolente, tienes límites obscenos, deseos inconfesables de escapar, pero yo te mantengo exiliado en mi patria. Tú lo amas, te permite ser inquisidor, domarlo a tus anchas, eres implacable; y él te sigue hasta tu terreno donde se doblega y te permite vencer nuevamente.
Pero esto no está bien, tú lo amas a él, él a mi y yo...yo no quiero apartarme nunca de ti; esto es un "hasta que la muerte los separe".
Cuando te busco a tientas en el pasillo donde siempre sé que te he de encontrar, tu luminosidad me pone en evidencia, soy siempre blanco fácil.Y ahí yo no sé quién soy y me pierdo en esos ojos inmensamente bellos y quiero tocarte pero temo transmitirte mi fragilidad, siento que el dolor tiene mi rostro y que es un monstruo agazapado a punto de atacarte; aunque sé que eres capaz de controlar su insolencia.
Eres tan bello y fuerte y seguro, con lo que hay que tener y en su lugar. Cuando me doblego ante tu displicencia y bajo la cabeza, no sé si te sonríes burlonamente o sientes compasión por mi dulzura inútil.
Tranquilo, el aún duerme.Tú siempre me dices "acuérdate que los demás tienen más miedo que tú" pero eso no basta, quiero que me protejas, como el cree hacerlo conmigo.
Ve y duerme con él, acarícialo como le place, inúndate de su inmensidad corporal, juega con sus cabellos, deja que te cubra los párpados de besos, susurrando que adora tu mirada y el lenguaje de tus ojos; pero permíteme observar tus labios un segundo más.
Sabía que despertaría, cuando lo hace siento que me acuesto con alguien y despierto con otra persona, con su malhumor matinal sé que es lo que dirá. Lo mismo de siempre
"¡Ah Narciso está de nuevo hablándole al espejo! Muévete tengo que afeitarme".
FLEITADAS
POR DANIEL FLEITAS